La alimentación es fundamental para reponer nuestro organismo de los nutrientes esenciales para su correcto funcionamiento. En el caso de los estudios, siempre que queramos mantener un buen rendimiento, la alimentación es importante para prevenir el desgaste energético que se produce. Un estudiante debe contar con una dieta saludable y equilibrada, junto a unos buenos hábitos alimenticios mientras más exigentes sean las materias.

 

Cuando decidimos estudiar en una residencia de estudiantes hay que hacer un esfuerzo con la alimentación, debido a que normalmente nuestros padres se encargaban de las comidas y las horas para consumirlas. Por ello, os presentamos estos consejos que te ayudarán durante los estudios.

 

El desayuno debe ser la comida más completa, mientras más abundante y variada, más energía nos proporcionará al empezar el día. Lo mejor es preparar un desayuno al estilo inglés con cereales, zumo, leche, abundante fruta, huevos, jamón, queso, etc. Todo esto servirá de combustible para el resto del día, nos proporcionará la vitalidad y energía suficiente para aguantar las clases de la mañana.

 

La bollería industrial es algo que debemos evitar a toda costa, debido a su base en grasas y alto contenido de azúcar. Tampoco son recomendables las bebidas azucaradas como los refrescos o bebidas energéticas. Este tipo de comida fomenta el sobrepeso y no son saludables, además, la digestión será pesada y hará sentirnos fatigados y cansados, algo que no queremos durante los estudios. Lo mejor son alimentos sanos como frutas o bocadillos sin mucho fiambre.

 

Otros alimentos pesados son la comida rápida o basura. Hay que limitar los productos con alto contenido azucarado, galletas, pasteles, golosinas, y también las carnes elaboradas o recompuestas de hamburguesas o precongelados, empanadas, salchichas o alimentos en conserva.

 

Para que no falten nutrientes y vitaminas, la dieta debe ser equilibrada y variada. Cualquier carencia derivará en falta de vitalidad. Todo estudiante necesita consumir verduras o ensaladas acompañando las comidas, mínimo cinco piezas de fruta al día, carne, pescado, varios huevos durante la semana, leche y productos lácteos, cereales, pan integral e hidratarse con al menos un litro y medio de agua al día.

 

Por último, aconsejamos un horario fijo para las comidas, al menos las esenciales. El propio cuerpo se adaptará, regulando la digestión y gestionando el consumo de nutrientes. Comer por ansiedad entre comidas genera digestiones pesadas que harán que nos fatiguemos, influyendo en la concentración, provocando sueño y cansancio.